Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
EL SEÑORIO DE LOS INCAS



Comentario

Del séptimo rey o Inca que en el Cuzco hobo, llamado Inca Yupanqui.


Muerto que fue Inca Roca acudieron de Condesuyo, Vicos, de Ayarmaca y de las otras partes con que había asentado alianza y amistad mucha gente, así hombres como mugeres, e fueron hechos grandes llantos por el rey difunto; e muchas mugeres de las que en vida le amaron y sirvieron, conforme a la ceguedad de los indios general, de sus mesmos cabellos se ahorcaron y otras se mataron por otros modos, para de presto enviar sus ánimas para servir a la de Inca Roca; y en la sepoltura, que fue magnífica y suntuosa, echaron grandes tesoros y mayor cantidad de mugeres y sirvientes con matenimientos y ropa fina.

Ninguna sepoltura destos reyes se ha hallado; y para que se conozca si serian ricas o no, no es menester más prueba que, pues se hallaban en sepolturas comunes a sesenta mill pesos de oro y más y menos, ¿qué serian las que metían estos que tanto deste metal poseyeron y que tenían por cosa importantísima salir deste siglo ricos y adornados?

Así mesmo le fue hecho bulto a Inca Roca, contándole por uno de sus dioses, creyendo que ya descansaba en el cielo.

Pasados los lloros y hechas las osequias, el nuevo Inca se encerró a hacer el ayuno; y, porque con su ausencia no recreciese alguna sedición o levantamiento de pueblo, mandó que uno de los más principales de su linage estuviese en público representando su mesma persona; al cual dio poder para que pudiese castigar al que hiciese por qué, y tener a ciudad en todo sosiego y paz hasta que él saliese con la insinia real de la borla. Y este Inca dicen que tienen por noticia que fue de gentil presencia, grave y de autoridad. El cual entró en lo más secreto de su palacio, a donde hizo el ayuno, metiéndole a tiempos el maíz con lo que más comía, y se estaba sin tener ayuntamiento carnal con muger. Acabado, se salió luego, mostrando con su vista las gentes gran contento; y se hicieron sus fiestas y sacrificios grandes; y, pasadas las fiestas, mandó el Inca que se trajese de todas partes cantidad de oro y plata para el templo; y se hizo en el Cuzco la piedra que llaman de la guerra, grande, y las engastonadas en oro y poiedras.